La Gracia De Cristo Muestra

Nadar me aterra. Cada vez que entro en una piscina, recuerdo cuando era niño y me aventuré demasiado en lo profundo y el agua clorada me quemó la nariz y la boca. No fue un ahogamiento cercano, pero fue lo suficientemente aterrador como para agradecer al hombre que me puso a salvo. Hizo algo que yo no pude hacer por mí mismo. 

El versículo de hoy nos dice que Dios es lo suficientemente fuerte para salvarnos de las profundidades del pecado. En nuestro estado natural, la oscuridad amenaza con tragarnos enteros. Podríamos intentar luchar contra la fuerte corriente subyacente del pecado y la desobediencia solo para darnos cuenta de que somos demasiado débiles para liberarnos. Espiritualmente, nos ahogamos con trago tras trago de agua en lugar de respirar aire dulce. Nos sentimos desesperados y asustados.

En Mateo 19: 24-26, Jesús dijo: "Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Los discípulos preguntaron al Maestro: "¿Quién, pues, podrá salvarse?"

La respuesta de Jesús en el versículo de hoy, brindó el mejor salvavidas: la promesa de que nuestra salvación no depende de nosotros. No tenemos que confiar en nuestra fuerza.

En cambio, Dios hace el rescate. Nos saca de las aguas del pecado que amenazan con ahogarnos. Él abre el camino. La salvación es posible porque Dios hizo la obra por nosotros a través de Jesucristo. Solo necesitamos soltar nuestro control sobre aquello en lo que hemos reemplazado nuestra seguridad aparte de Dios, el peso que amenaza con hundirnos. Cuando abandonamos esas cosas y confiamos en Jesús, Él hace lo que es imposible para nosotros. Él nos salva del pecado.

¿Cuándo has necesitado más a Cristo para rescatarte?

~ Amanecer (Dawn) Tolbert