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DÍA 2 DE 5

La cruz de Cristo aplasta el racismo


Las barreras divisorias que existían entre los judíos y los gentiles (los que no eran judíos) en la sociedad judía del primer siglo, eran tan profundas como las raíces divisorias entre negros y blancos en Estados Unidos y otras divisiones étnicas en todo el mundo hoy en día. De hecho, eran tan profundas que los judíos y los gentiles no comían juntos ni iban a las casas de los demás. 


El gran encargo de Pablo a la iglesia en todo el Nuevo Testamento es el siguiente: si la sangre de Cristo nos ha rescatado, perdonado y reconciliado con él, entonces también estamos reconciliados con todo el cuerpo de Cristo. Somos hermanos y hermanas tanto de los judíos como de los gentiles: todos somos uno en Jesucristo. Toda barrera y división ha sido demolida en la cruz de Jesús. Fuera de Cristo, todavía estamos en nuestro pecado; y como resultado, levantaremos barreras y muros entre nosotros. El pecado siempre hace eso. Pero cuando estamos unidos a Cristo, esas barreras se derrumban y el resultado es la unidad genuina. 


Si necesitas más pruebas, lee los evangelios. Encontrarás que Jesús trataba a todos como iguales: judíos, griegos, samaritanos, mujeres, hombres, niños, esclavos o libres. Esta mentalidad era totalmente revolucionaria para la época. Los judíos despreciaban a los samaritanos por sus diferencias religiosas y, sin embargo, Jesús decidió hablar con una mujer samaritana. A nuestros ojos, esto puede parecer insignificante, ¡pero semejante acto era asombroso para la gente de aquella época! 


¿Qué significa esto para nosotros? Significa que la esencia de nuestra identidad no es nuestra raza, país o afiliación política. Pablo apela a nuestras mentes y nos guía en el razonamiento sobre las consecuencias de la muerte de Jesús en la cruz y nuestras responsabilidades después de convertirnos en parte de la familia de Dios. La esencia de nuestra identidad está en el Señor Jesucristo y sólo en él. Soy, ante todo, un seguidor de Cristo. 


En consecuencia, es mi responsabilidad enseñar a mis hijos que la sangre de Jesús es más fuerte que la sangre de nuestros antepasados. En Cristo, no hay anglosajones, asiáticos, afroamericanos, hispanos, republicanos, demócratas o libertarios. ¡La cruz aplasta el racismo!


Oración


Jesús, gracias por dar tu vida para derribar toda división y hostilidad entre nosotros. Tú diste Tu vida por los hombres, mujeres y niños de todas las razas, tribus y naciones. Padre Dios, ayúdanos a poner fin al racismo, empezando por nuestros hogares. Por tu gracia, te ruego que nuestro ejemplo haga ver al mundo que la cruz de Cristo aplasta el racismo.



Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Aplasta El Racismo

El mundo no tiene una solución definitiva al racismo, ¡nosotros sí! El evangelio es la única base y fundamento real para acabar con el racismo. Fuera de Cristo, seguimos en nuestro pecado, lo que nos hace levantar barrer...

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Nos gustaría agradecer a Jeff Wells por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.jeffhwells.com/

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