Emociones santas - Respuestas bíblicas para cada desafíoMuestra

Ester era una huérfana que había sido criada por su tío soltero, Mardoqueo. Cuando el rey Asuero decidió que quería una nueva esposa, sus oficiales organizaron el concurso de belleza más grande de la historia.



Ester ganó el concurso de belleza y encontró favor con todos dentro de las paredes del palacio.



Cuando el tío Mardoqueo se rehusó a postrarse ante Amán, uno de los principales consejeros del rey, se decidió que no solo Mardoqueo moriría, sino que Amán recibiría permiso del rey para masacrar a toda la nación judía. Cuando Mardoqueo supo esto, razgo sus ropas y se fue al centro de la ciudad y lloró en voz alta y en amargura.



La respuesta de Mardoqueo a aquellas horribles circunstancias, desafortunadamente, puede que sean un eco de sus respuesta a los eventos de su vida. ¡Cuando usted no se sale con la suya, sigue el ejemplo de Mardoqueo, se pone sus ropas de duelo y luego gime y se queja tan alto y tan apasionadamente que toda la ciudad lo escucha!



Si usted egoísta e infantilmente escoge caminar por la vida vestido de cilicio y cenizas, ¡se está niengando tener intimidad con el Rey de reyes! Usted es todavía un cristiano y pasará toda la eternidad con Jesús, sin embargo, su preocupación por el dolor le negará la dulzura de la ansiada comunión con Él mientras esté en el planeta Tierra.



Nosotros equivocadamente creemos que si gritamos de dolor y en voz bien alta, estamos demandando una audiencia con Dios. ¡Al contrario, la verdadera contraseña a Su presencia es la acción de gracias!



Cuando la reina Ester oyó del lastimoso espectáculo que el tío Mardoqueo estaba haciendo en frente de las puertas del rey, le envió ropa nueva pero él se negó a ponérsela. El Espíritu Santo nos ha dado un ropero nuevo para que lo usemos, pero a menudo nos rehusamos a envolvernos en el manto de alabanza y escogemos en su lugar desfilar por la vida en el manto del dolor. El Rey de reyes sabe que Su presencia es el lugar de la vida victoriosa para usted y la puerta está bien abierta para que usted entre. Desafortunadamente, usted es incapaz de entrar a los patios interiores de Su palacio mientras esté vestido con la decepción de sus circunstancias.



¡Póngase el manto de alabanza! En vez de retorcerse de dolor emocional, ¡ponga sus manos en alto y entre cantando a Su presencia!