La vida cristiana demanda depender de Dios.

Debemos de aceptar que atravesaremos pruebas, que nos vamos a tener que esforzar más, sacrificar nuestros descansos para estudiar o servir en la iglesia y para estar en la obra de Dios. 

Muchos se preocupan cuando empiezan a tener pruebas, se quejan de ellas pensando que la vida cristiana está libre de problemas y no es así. Viviremos lo mismo que vivió Cristo, pues hemos decidido tomar el mismo camino. Podremos ser ofendidos, calumniados, aborrecidos, abandonados por obedecer a Cristo.

Por todo esto debemos de aprender a depender de Dios no haciendo lo que nosotros creemos que es mejor, sino dejando nuestra vida en manos de Dios para que Él haga su voluntad en nosotros y no la nuestra. Efesios 6:18 (RV60) "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos".