Cautivante: 6 Días De Estudio Para Restaurar Tu CorazónMuestra

La Eva caída

Cuando el mundo era joven y éramos inocentes, tanto el hombre como la mujer, estábamos desnudos y sin vergüenza (Génesis 2:25). No había nada que ocultar. Éramos simplemente gloriosa obra de Dios. Y mientras ese mundo era joven, y nosotros también éramos jóvenes y hermosos y llenos de vida, se produjo un giro. Sucedió algo de lo que hemos oído hablar, pero que nunca hemos entendido del todo, algo que acontece cada día de nuestras vidas, y, lo que es más importante, son las oportunidades que se nos dan cada día para revertir lo sucedido.

"La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: —¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín? —Podemos comer del fruto de todos los árboles —respondió la mujer—. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán”. Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal. La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió." (Génesis 3:1-6 NTV)

La mujer fue convencida. ¿Así de fácil? ¿En cuestión de momentos? ¿Convencida de qué? Mira en tu propio corazón, y verás. Convencida de que Dios le estaba escondiendo algo. Convencida de que no podía confiar en Dios. Convencida de que, para tener la mejor vida posible, debía tomar el asunto en sus propias manos. Y así lo hizo Eva. Fue la primera en caer. Al desobedecer a Dios, también violó su propia esencia. 

Nosotras, como Eva, caemos fácilmente en las mentiras de nuestro enemigo. Habiendo perdido nuestra confianza en Dios, creemos que para tener la vida que queremos, debemos tomar el asunto en nuestras manos. Y estamos doloridas del vacío el cual nada parece poder llenar.