Dichoso Tú Que CreesMuestra

Y tu fruto durará.

"Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada" (Juan 15:5 NVI).

Dios siempre toma la iniciativa. Querido amig@ sabias, que no es nuestra breve historia en la tierra la que nos presenta a Dios, sino que siempre hemos sido conocidos por Él, y que es por Su gracia que somos salvos. Sin duda alguna, alejados de Dios, núnca podremos hacer nada realmente significativo que trascienda a la eternidad; pero también sin nuestra determinación de permitirle a Él que nos use para sus planes y propósitos, es decir sin nuestra cooperación, Él no puede hacer nada con nosotros. Es decir, Dios núnca va a torcer nuestro brazo para hacer que algo suceda, así nosotros no queramos.

Por tanto, es necesario que sepas que Cristo no te santificará en contra de tu voluntad. La oración constante, la obediencia a Su Palabra, una vida de devoción y entrega requieren sin duda colaboración activa de nuestra parte, lo que implica orar, meditar en las Escrituras, obedecer a Dios, cumplir sus mandamientos. Al final el beneficio será todo nuestro; pues al descubrir a Cristo desde el punto de vista de Dios, nos descubrimos a nosotros mismos, como hijos amados redimidos y deseados de Abba ( 2 Cor 5:11-21).

Y tal vez te preguntes, Juan y, ¿Cómo crecemos y damos fruto espiritualmente? Marcos 4:26-32 nos da la respuesta: "Jesús continuó: El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla" (Marcos 4:26-27 NVI).

La Bíblia dice que, El reino de Dios no es el resultado dramático de la intervención de Dios en los asuntos de los hombres, sino más bien un mover como silvo apasible, penetrante y solido, obrando en nuestro espiritu y corazón desde adentro hacia afuera.

El Reino de Dios, es decir la vida espiritual tiene modestos comienzos, como una semilla de mostaza que es algo muy pequeño y que requiere tiempo para crecer. Por tanto, debemos ser pacientes, hacer cada día lo que tenemos que hacer, gastar nuestro días, confiando en el Señor y dependiendo de Él por medio de su palabra... Recuerda, Jesús lo aseguró al decir cada día trae su propio afán.

Pero, teniendo presente que lo que Espíritu Santo plantó en ti, que tú recibiste en el buen terreno de tu corazón, si lo riegas en oración, crecerá, dará fruto, será cosechado y nada lo obstaculizará. Será como el grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas (Mt.13:31-32)

¡Medita en esto!