El Reino De Dios Pertenece a Los NiñosMuestra

Día uno: El gozo en el reino de Dios

¿Alguna vez has visto a un niño de cinco años de edad jugando y divirtiéndose tanto que quisiste decir: “¡No te lo dirán, pero la vida nunca será mejor que esto!”? Bueno, ese niño te está dando una idea de cómo es la vida en el reino de Dios. Escondida a simple vista vista de todos, se encuentra una de las mejores y más reales invitaciones que jamás recibirás para entrar en el reino de los cielos.

“Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.” A veces, palabras como estas, debido a su familiaridad, pierden su poder; se vuelven sentimentales y débiles. Pero cuando recibimos estas palabras de Jesús con toda su fuerza, nos muestran cómo se experimenta la presencia de Dios entre sus seguidores. Jesús nos está diciendo que él es más que una deidad distante y apática, más que un reforzador moral; El es manso y humilde de corazón. Su reino llega con gozo.

Quienes reciben a Jesús descubren que sus palabras son más que una inspiración poco pragmática. En realidad, son una imagen de lo que es andar en relación con Dios, por el poder del Espíritu Santo. La historia nos dice que estas son palabras de gran poder para quienes las vivan.

En el siglo I en Roma, los bebés no deseados fueron trágicamente abandonados en las calles para morir expuestos a los elementos. Esta práctica totalmente desgarradora prevaleció en todo el Imperio Romano. En respuesta, las primeras comunidades cristianas que vivían en el Imperio Romano, optaron por encarnar estas palabras de Jesús. Comenzaron a acoger a niños abandonados porque un Rabino judío llegó y pronunció palabras que reescribieron el sentido del valor que tienen los seres más indefensos del mundo: “Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.”

Cuando los cristianos comenzaron a implementar estas palabras de Jesús, condujeron a toda la sociedad a una nueva práctica. En lugar de dejar a los bebés en las calles para que murieran, la gente comenzó a dejarlos para que los cristianos los encontraran. Todos los primeros orfanatos del Imperio Romano estaban vinculados a una iglesia o a un monasterio. Piensa en eso por solo un minuto: frente a un poderoso imperio practicando el infanticidio, la gente comenzó a vivir de una manera contracultural y vivificante que cambió la sociedad para siempre. ¿Cómo es que estas palabras de Jesús cambiaron a la gente de manera tan poderosa? Eso es lo que exploraremos durante la próxima semana a medida que profundicemos en las palabras de vida de Jesús.

Reflexión: ¿Cómo le das la bienvenida a Dios a tu vida? ¿Es tu experiencia de recibir a Jesús en tu vida una experiencia de gozo con expectativa, o impaciencia irritada?

Oración: “Señor, permíteme entrar en tu presencia con alegría. Dame tu poder para recibir a los más indefensos que me rodean.”