Recupera Tu Vida, 5 Días De Lectura Devocional Junto a John EldredgeMuestra

La pausa de un minuto.

Me tomo sesenta segundos para estar quieto y dejar todo a un lado.

Al entrar en la pausa, comienzo con la liberación. Dejo todo a un lado... las reuniones, lo que sé que viene a continuación, el hecho de que estoy totalmente atrasado en todo, todo. Lo pongo todo a un lado. Mi oración es: «Jesús, te entrego todo y a todos a ti». Lo sigo repitiendo hasta que siento que me estoy liberando y desligando. «Señor, te entrego a todos y todo a ti». Todo lo que estoy tratando de lograr ahora es un poco de espacio para el alma. No estoy tratando de arreglar ni de resolver nada. No estoy tratando de liberar todo de manera perfecta o permanente. Eso requiere un nivel de madurez que la mayoría de nosotros no hemos alcanzado. Pero puedo liberarme por sesenta segundos. (Eso es lo maravilloso de la pausa—nos damos licencia de poner todo a un lado por sesenta segundos). Y al hacerlo, al decirlo en voz alta: «Te entrego todo y a todos», mi alma coopera un poco. Empiezo a tranquilizarme.

Incluso suspiro, ese buen suspiro.

Entonces pido más de Dios: «Jesús, necesito más de ti; lléname con más de ti, Dios. Restaura nuestra unión; lléname con tu vida».

Te sorprenderás de lo que un minuto puede hacer por ti. 

Más aún cuando lo practicas regularmente. Honestamente, puedes hacer esta pausa casi en cualquier momento, en cualquier lugar, en tu automóvil, en el tren, después de que dejes el teléfono. Sé que parece algo pequeño, pero tenemos que empezar en algún lugar. Esta pausa es accesible; es posible.

Como David escribió en los Salmos, «Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias» (131:2a, NVI). O, «he cultivado un corazón tranquilo». Me pregunto, ¿Cuánta gente en tu oficina, tu gimnasio, tu viaje diario, podría decir que han cultivado un corazón tranquilo? Lo que suponemos que es un estilo de vida normal es una absoluta locura para la naturaleza dada por Dios a nuestro corazón y alma. Ancho y  espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos viajan por él.

Sin embargo, este es el mundo en el que vivimos, criamos a nuestros hijos, navegamos en nuestras carreras, y por lo tanto necesitamos encontrar cosas que sean simples y accesibles para empezar a recuperar nuestras almas. La pausa de un minuto está a tu alcance. La práctica en sí es maravillosa, y abre espacio en tu alma para que Dios se encuentre contigo allí.