Principios para cultivar actitudes en pro de la unidad del cuerpo de CristoMuestra

A los miembros del cuerpo de Cristo, se les exhorta en la palabra de Dios a procurar la unidad, a trabajar por ella. ”Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3). Ahora, la unidad nos es automática, hay que trabajarla y, a veces, no es fácil lograrla. Requiere intencionalidad, esfuerzo y madurez para lograr la unidad.

Aun cuando como miembros del cuerpo de Cristo tenemos muchas cosas en común, como lo expresa Efesios 4:4-6:”Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”, en la práctica es una tarea compleja y difícil el mantener la unidad. Cuando consideramos que sus miembros, aun cuando tienen una fe y un Señor en común, vienen de contextos de crianza, aprendizaje, educación, condición social y cultural diferente; que tienen valores y creencias diferentes; que tienen intereses, opiniones y perspectivas diferentes, me doy cuenta del reto que representa la unidad del cuerpo de Cristo. Los apóstoles estaban conscientes de esa realidad, de ahí las reiteradas amonestaciones y exhortaciones a guardar la unidad del cuerpo de Cristo.  

Este esfuerzo de trabajar por la salud y la unidad del cuerpo de Cristo es una responsabilidad de todo creyente, y es un anhelo en el corazón de Dios. La iglesia es “la plenitud de aquel que lo llena todo en todo” (Colosenses). La iglesia es el cuerpo gestor de los propósitos de Dios. Si una persona dice amar a Dios, tiene que amar su iglesia (1Corintios 12:12,26-27). No hay forma de amar a Dios sin amar a su iglesia. Por lo tanto, es responsabilidad de todo creyente trabajar y esforzarse por mantener la unidad del cuerpo de Cristo.

Esta unidad no es una unidad estructural, sino en el Espíritu. Esta unidad se encuentra en Cristo Jesús, por el Espíritu de Dios.