La preeminencia de CristoMuestra

3. Cristo es preeminente en sabiduría y conocimiento

Cristo es la fuente de todas las riquezas y tesoros. La palabra riqueza hace referencia a un tesoro invalorable. La palabra tesoro significa el lugar o almacén donde son guardadas preciosidades. El término misterio se usa con respecto al carácter y la persona de Dios. La riqueza se encuentra en el entendimiento de los misterios de Dios. Y ese misterio no lo podemos conocer a menos que sea revelado por Dios. A la sabiduría de Dios sólo se puede acceder buscando en el almacén de Dios, y usando a Cristo como llave para entrar a dicho almacén. 

El termino escondido (aprokupto) expresa la idea de algo precioso oculto para ser revelado a quien recibe la revelación. Lo escondido está en el hecho de que sólo lo recibe quien busca la revelación en la fuente cierta que es Cristo. Este misterio es develado por revelación de Dios, más que por razonamiento o esfuerzo humano.  

La sabiduría de Dios está escondida (oculta) en Cristo, y no en libros secretos como creían los gnósticos del tiempo del apóstol Pablo. En este contexto, escondido no significa que está inaccesible y restringido, o sea imposible de descubrir, pero si guardado o localizado lejos como un tesoro, al que sólo accedemos a través de Cristo. 

Lo que significa es que, para encontrar los tesoros de la sabiduría de Dios, es necesario esforzarse con dedicación y devoción. Además, debemos centrar nuestra búsqueda en Jesucristo. Esta idea está en conformidad con lo que Jesús dijo sobre sí mismo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Fuera de Cristo la sabiduría de Dios permanece velada para el hombre, como un misterio al que no se puede acceder. Todo está envuelto en una persona, Jesucristo. Si queremos la sabiduría de Dios, necesitamos tener a Jesús en nuestra vida.

Ahora, se requiere también de la actitud y disposición correcta, y de buscar esa sabiduría en la dirección correcta. Esa dirección es Cristo. Santiago 1:5 dice: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”. Desde esta perspectiva, la sabiduría de Dios es un don (un regalo) otorgado a quienes la anhelan, buscan proactivamente y la piden en Cristo Jesús.