La actitud de expectativaMuestra

Para mí, la actitud ha sido el catalizador de cada contratiempo, fracaso y logro. 

Tener una actitud de expectativa es tomar la decisión de que, por encima de todo, vas a creer en cosas mejores; vas a comprender que, a pesar de tus faltas, a pesar de tu circunstancia, a pesar de tu situación, esperarás la grandeza. Porque al fin, eres un producto de la grandeza. 

Para mí, la lucha con mi actitud era cuando tenía la buena voluntad de justificar mis acciones. Si sentía que alguien me ofendió, me sentía justificado al hacerle daño a quien me ofendió. Si mi día no comenzaba con el pie derecho, entonces, me sentía justificado para guardar rencor por el resto del día. No pude superar lo que me han hecho y, por eso, no pude avanzar. Permití que las dificultades me justificaran para tener la actitud negativa. 

Pero, con demasiada frecuencia, dejamos que nuestras actitudes cambien con las circunstancias. Con demasiada frecuencia, justificamos nuestras faltas con las faltas de los demás. Tu actitud puede ser útil. Una actitud positiva y firme será la vela que llevará el barco a través de la tormenta. Una actitud negativa, sin embargo, será la grieta debajo del barco. Estuve tan ocupado en sacar agua de mi barco que no me percaté en sellar el agujero. 

Yo tengo que ser activamente consciente de mi actitud. No es algo que puedo poner en piloto automático. Me recuerdo a mí mismo cada día mantenerme positivo, centrarme en lo que Dios ha planificado para mí y, últimamente, saber que, al final, las cosas van a salir bien. Tener una actitud de expectativa es esperar que te pasen grandes cosas, incluso en medio del caos. Hay que saber, aunque ahora las cosas no sean buenas, que Él tiene el poder para reparar todos tus errores. Estoy esperando el cambio, estoy esperando la grandeza y estoy esperando el crecimiento.

¿Qué estás esperando?

Brett Anaya. Escritor de Contenido.