Derriba tus gigantesMuestra

Gigante 1: ¿Qué pienso de mí mismo?

1 Samuel 17:34-37 – Apocalipsis 5:10

David se presenta en sociedad, y aunque había sido ungido como rey por el profeta Samuel, le debe decir a Saúl y al mundo lo que piensa de sí mismo y de su relación tan particular con Dios. David considera que de la misma manera que Dios obra en las cosas cotidianas de sus hijos, también lo hará en los momentos cruciales donde la vida misma está en juego. Por ello, la relación con Dios siempre es más importante que los dones mismos. David declara que su vida está basada en el poder de su Dios, quien es el que lo libra de las garras del león, del oso y lo librara del mismísimo Goliat. Lo dice con tanta convicción, que aun su rey lo autoriza a ir a la batalla cuerpo a cuerpo, no por sus habilidades, sino por lo que cree de sí mismo.

Los gigantes mas poderosos no son los que deberas enfrentar en el campo de batalla sino los de tu propia mente, porque de los Goliats , siempre se ha encargado Dios.

Quién eres y cuál es el ADN de tu propósito en la vida es mucho más poderoso, que tus habilidades, ya que no se basa en tus fuerzas o en tus circunstancias, sino en el poder de Dios. Somos nuevas criaturas y ese milagro del nuevo nacimiento nos da un ADN celestial que rompe con toda ligadura e impedimento humano (padres, heridas emocionales, nivel social, estudios). Tu vida no se basa en lo que tienes, sino definitivamente en quién eres en Dios. 

Tal cual lo declara la Biblia somos reyes y sacerdotes para Dios; esto nos enseña a creer y vivir sabiendo quiénes somos. La idea de ser Reyes se resume en la misión de que a través de su Palabra guiemos a una generación hacia Dios para el bienestar de la sociedad, enseñándoles valores y principios bíblicos. Sacerdotes, en cambio, se refiere a vivir ministrando en la presencia de Dios y con la clara tarea de llevar a otros a experimentar un estilo de vida diferente. Si comprendes quién eres en Dios, nada ni nadie te podrá hacer frente porque Él mismo te acompañará en cada batalla.

Si pudieras tomarte sesenta segundos para responder qué piensas de ti, 

¿de qué hablarías? ¿De lo que tienes? ¿De lo que te falta? ¿De tus pecados? ¿De tus fracasos o tus victorias?