Despiertos y AtentosMuestra

Un corazón lleno del Espíritu Santo

En Mateo 25, Dios se dirige en primer lugar a nosotros, la iglesia, nos indica cómo debemos prepararnos para la segunda venida de Cristo. Así como Cristo vino, volverá por segunda vez. Pero este pasaje también les habla a los judíos; les advierte que la salvación no sólo será para ellos, sino también para los gentiles. Les recuerda que el mensaje de Jesús no es para algunos, sino para todos. 

La historia nos cuenta que el novio tardaba en llegar. ¿Cuántas veces hemos sentido en nuestra situación que Dios está tardando?

Tal vez lo sientes así en tu economía, en tu trabajo, en tu familia, en tu salud. Pero quiero recordarte, mi amigo, que Dios siempre llega, aunque no sea en el momento que esperamos. Como dijo Isaías, es tiempo de levantarnos, sacudirnos el polvo, salir y ponernos en marcha hacia lo nuevo que Dios ya está haciendo. 

El aceite en esta historia tiene un doble sentido: 

1.  Se refiere a la unción del Espíritu Santo

Es importante que entendamos que el ser llenos del Espíritu Santo no es un evento, sino que debe suceder cada día en nuestras vidas. Es necesario que diariamente oremos al Señor pidiéndole que nos llene de su Espíritu, sin el cual nuestra lámpara no puede brillar, sin el cual nuestra vida estará vacía. 

El Espíritu Santo es la ventaja de nuestra fe, quien nos consuela, quien nos enseña y nos muestra toda verdad, quien levanta nuestro rostro, fortalece nuestras debilidades y abre el camino para que entremos en lo que Dios tiene preparado para nosotros. 

2. Se refiere a la provisión para las lámparas 

Es nuestra responsabilidad traer la provisión para que la iglesia pueda brillar. Nuestra generosidad y obediencia son sumamente importantes para que, como iglesia, brillemos en la sociedad, cumplamos la visión y marquemos una diferencia. 

David tuvo el sueño de construir un templo, y Dios le dijo que no sería él, sino su hijo quien lo haría. Al oír esto, él no reaccionó diciendo “¡Que se busque él su propio aceite para terminar el templo!” 

¡No! David preparó el aceite para que su hijo Salomón y la próxima generación pudieran construir lo que Dios puso en su corazón. Y ese es nuestro rol como iglesia, tener aceite para que la próxima generación pueda ir más allá y lograr mucho más que nosotros. 

No desesperemos si las cosas no nacen en nuestro tiempo, porque lo importante es que nazcan en el tiempo de Dios.