El libro de hombres de Stephen Mansfield Muestra

Un obispo africano describió las cosas hermosas que sus iglesias estaban haciendo en una región difícil de su país. Cientos de nosotros lo estábamos escuchando y nos sentimos profundamente conmovidos. Después de que él habló, el obispo recibió preguntas. Alguien preguntó lo que muchos de nosotros queríamos saber: ¿Por qué no suceden, aquí en nuestro país, las cosas que usted nos describe?

El hombre no era diplomático. Eso me gustaba, y me gustó aun más después de que respondió la pregunta. Él le dijo: «La razón por que este tipo de cosas no suceden en su país es porque ustedes, los americanos, estudian a Dios. Pero nosotros, los africanos, lo adoramos. Ustedes adquieren más conocimientos. Nosotros somos cambiados y, luego, cambiamos al mundo que nos rodea».

Aún recuerdo las palabras que siguieron. «Al hacer, en lugar de estudiar, creamos una cultura. Los nuevos creyentes y los jóvenes se alimentan de esa cultura. Observan. Hacen. Y ellos también son cambiados. Nuestra cultura se extiende. Ustedes, los americanos, han creado un sistema de pensamientos. Lo que más piden es que la gente contemple nuevas ideas. Tal vez le pidan a la gente que dé o, a veces, que asistan a una reunión, pero no se crea ninguna cultura atrayente. A los nuevos y a los jóvenes no se les ofrece nada más que pensamientos. Así que piensan, pero no hacen».

Nosotros somos cambiados. Nosotros creamos una cultura atrayente. La gente se alimenta de esta cultura y cambia al mundo.

Lo mismo sucede con la formación de un hombre. Podemos inspirar y enseñar al hombre con el estudio de palabras, libros y clases. No obstante, solo podremos formar a los hombres por medio de una cultura atrayente creada por otros hombres genuinos.

Lo bueno de esto es que sucede naturalmente. Si pone a un hombre joven, sin formación, en la presencia de un hombre mayor, ese proceso empieza automáticamente. Es tan solo la consecuencia de la manera en que los hombres son formados. El joven observa, escucha y medita. Pronto, se convierte en lo que contempla. Comienza a moldearse a sí mismo, casi sin proponerse, a la semejanza de estos impactantes hombres mayores. Esto puede suceder sin que el hombre mayor se proponga enseñar una lección o dirigirse directamente al joven. Es el resultado del poder atrayente de una hombría genuina y la manera en que los hombres asimilan intuitivamente la cultura de los hombres que los rodean…

Esta es la máxima # 3 de Mansfield sobre la hombría: Los verdaderos hombres forman verdaderos hombres.

Desafío: ¿Quiénes son los jóvenes que lo observan y qué tipo de ejemplo será usted para ellos?