Una perspectiva de gracia sobre el trabajoMuestra

Dios también trabaja

En esta última perspectiva al valor intrínseco de nuestro trabajo, no tenemos que mirar más allá de Dios mismo. Nos dio el ejemplo para ver el valor de la obra que nos ha dado para hacer en este mundo. Vemos en el primer versículo de la Biblia que Dios trabajó. «En el principio, creó los cielos y la tierra». Dios trabajó y las Escrituras nos dicen que trabaja incansablemente.

Juan nos dice que Jesús también trabaja. Afirmó que el Padre siempre está trabajando y Jesús también está trabajando. Jesús les dice a los discípulos que está haciendo la obra que el Padre le dio que hiciera. Pablo nos dice que todas las cosas fueron creadas en Cristo, por medio de él y para él. Dios es un trabajador, Jesús es un trabajador, y a nosotros también se nos da el privilegio de ser trabajadores.

Hacemos nuestra labor en el mundo a través de nuestro trabajo, ejerciendo dominio sobre el orden creado. Los negocios, la ingeniería, la enseñanza, así como tu trabajo, son obra de Dios en el mundo, así como ser pastor es la obra de Dios en la iglesia y ser misionero es la obra de Dios en el campo misionero. El trabajo legítimo en el mundo tiene un valor intrínseco y Dios llama a hombres y mujeres a ser fieles trabajando en el mundo tal como los llama a ser fieles en la iglesia y en el campo misionero como su servicio a Dios.

Nuestro trabajo da sentido a nuestra existencia cotidiana y aporta valor al orden creado por Dios. Es el lugar donde nosotros, los trabajadores hechos a imagen de Dios, podemos reflejar a Dios. Él está continuamente comprometido en las actividades de la formación y el sostenimiento de su creación. Dios nos ha llamado a involucrarnos con pasión, integridad, creatividad e innovación al asociarnos con él a través de nuestro trabajo. Este es el lugar de nuestro «ministerio». Este es el lugar de nuestro servicio a Dios. Servimos a Cristo en este mundo a través de nuestro trabajo.

En la gracia de Dios, tenemos propósito a través de nuestro trabajo, y como hijos de Dios trabajamos porque Dios trabaja. ¡Qué privilegio es asociarse con él en el propósito de su Reino!

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