[Serie 1 Juan] Nuestro amor y nuestra vidaMuestra

Secretos del crecimiento

Como personas que aman al Señor Jesucristo, queremos profundizar nuestra relación con él y queremos demostrarlo con nuestras vidas. Esto no es tan difícil como parece. El crecimiento espiritual está marcado por dos indicadores interdependientes, nuestra fe y nuestra obediencia. Nuestra fe incrementa nuestra obediencia. Y a medida que crece nuestra obediencia, también crece nuestra fe. A veces, cuando sientes que no tienes suficiente fe, simplemente da el siguiente paso en obediencia. Y cuando no sientas que tienes suficiente obediencia, da el siguiente paso en fe.

La fe y la obediencia trabajan de forma interactiva para nuestro beneficio espiritual. No debemos descuidar uno, mientras trabajamos en el otro. Si tienes mucha obediencia, pero no mucha fe, en realidad es justicia propia. De la misma manera, si afirmamos que tenemos mucha fe, debería haber alguna evidencia de ello en nuestra vida.

Tenemos algunos días buenos y otros días malos. No todos los días son perfectos, ni hacemos todo bien. Es por eso que tenemos un Abogado cuyo nombre es Jesucristo. Nunca estaremos sin pecado, pero podemos pecar menos. Dios nos va a defender a ti y a mí, a través de Jesucristo, para que podamos tener perdón. Haz crecer tu fe y la obediencia comenzará a desarrollarse sola. Si no estás seguro de cómo hacer crecer tu fe, da un paso de obediencia y verás cómo Dios trabaja en tu vida.

Crecer en fe y en obediencia, comienza por conocer a Jesucristo. El conocimiento, debería resultar en crecimiento. Si dices que lo conoces y no guardas sus mandamientos, te estás engañando a ti mismo. ¿Crees que las personas deberían hacer lo que dicen? Sí, por supuesto. De lo contrario, son inconsistentes.

Si dices que lo conoces y luego no sigues sus mandamientos, la brecha entre tus palabras y tus acciones es demasiado grande, y eres un mentiroso. Creemos que cuando dices algo, debes hacer lo que dices. Cuando dices que vas a ser fiel, entonces debes ser fiel. Cuando dices que vas a estar allí, deberías estar allí. Cuando dices que vas a hacer algo, debes hacerlo.

Ninguno de nosotros hace todo a la perfección. Somos pecadores. Luchamos. Nunca seremos perfectos hasta que lleguemos al cielo. Pero a medida que crecemos en nuestra relación con Cristo, lo que decimos y lo que hacemos debe acercarse cada vez más.