Consejos AtípicosMuestra

Los sentimientos—una ola de emociones que te golpea como un camión pequeño y te deja cuestionando todo—puede ser brutal. Es natural querer huir de ellas.

Quizá viste a tu ex con otra persona. Quizá acabas de ver This is Us. Quizá recibiste malas noticias, experimentaste un duro rechazo o te sientes solo.

De alguna forma, estás en "tus sentimientos"

A menudo tratamos de evitar los sentimientos. Quiero decir, seguro que hemos estado #foereveralone en donde nos podemos unir, lamentarnos y sentir menos solos en nuestras luchas. Pero seamos honestos, evitamos esos sentimientos.

Pero Jesús —todo hombre y todo Dios—vivió una vida perfecta, y Él es el ejemplo perfecto de cómo se supone que vivamos.

¿Quieres saber qué consejo te daría Jesús? No huyas de los sentimientos; deja que te hagan correr hacia Dios.

Jesús predijo Su muerte y resurrección. Puedes leerlo en Mateo 16 y Marcos 8, pero antes de efectivamente ir a la cruz, ¿dónde conseguimos a Jesús? En el Jardín de Getsemaní.

Lucas describe a Jesús estar "en tal agonía de espíritu" que está básicamente sudando sangre (Lucas 22:44). Típicament sudas cuando estás nervioso o asustado, pero, mira, Jesús no está huyéndole a sus sentimientos. Él está sobre Sus rodillas orando y llevando Sus sentimientos ante el Padre. Literalmente llora, "Padre" mientras le pide a Dios que se lleve Su sufrimiento (Lucas 22:42).

Lo grandioso acerca de sobre aceptar aquellos sentimientos no tan buenos es que nos llevan a correr hacia Dios.

Al final de Su oración, Jesús dice, "Que no sea mi voluntad, sino la tuya". Y al tiempo que ponemos nuestros problemas y sentimientos a Sus pies, estamos también siendo fortalecidos en nuestra resolución de mantenernos en el dolor para que la voluntad de Dios sea hecha.

Aquí hay otro ejemplo. Jesús también sabía el resultado final en otra situación—cuando levantó a Lázaro de los muertos.

Cuando se le dice al que Lázaro está enfermo, la respuesta inmediata de Jesús es que eso no terminará en muerte y que toda la situación es para la gloria de Dios (Juan 11:4). Luego, cuando Jesús y los discípulos se van a Judea, Jesús viene y dice de plano que Lázaro se levantará (es decir, vivirá) nuevamente (Juan 11:21-23).

Pero cuando llevan a Jesús a ver donde Lázaro estaba enterrado, Jesús comienza a llorar. Una vez más, acepta sus sentimientos. Sabe que esto será para la gloria de Dios y que verá a Lázaro en, literalmente, unos minutos, pero aún así se toma unos minutos para dolerse. Entonces, tal como en el Getsemaní, Jesús llora en alto, "Padre" y empieza a orar.

En esta oración, Jesús nos hace un poderoso recordatorio acerca de Dios: Él siempre nos escucha (Juan 11:41-42). Por eso es que venimos a Él cuando estamos en nuestros sentimientos. Él escucha.

Y luego de llamar a Dios, y poner tus sentimientos a sus pies, puedes encontrar libertad. Cuando decides soltarlo, Dios tiene la oportunidad de ser Dios. Él puede tomar control de la situación y derramar Su amor, gozo, gracia y paz. Así que, acepta los sentimientos; ellos te pavimentan el camino a una fe más profunda cuando dejas que te lleven a correr al Padre.

Aquí hay una lista guía en caso que se te olvide cómo hacerlo:

1. Ora y llora a tu Padre.


2. Dile cómo te sientes realmente.


3. Ve la voluntad de Dios hacerse.

Reflexiona: ¿Has estado evitando tus sentimientos? ¿Hay algo que necesitas procesar y orar a través de ello?

Ora: Jesús, Tú eres todo Dios y todo hombre, aun así, nunca pecaste. Eres la meta hacia la cual me impulso, y al ser más como tú, quiero aceptar estos sentimientos. Si estoy huyendo hacia alguna parte, quiero que sea estando más cerca de ti y el Padre. Así que aquí estoy, todo lo pongo a tus pies. _______ me ha estado molestando, y siento _______. Estoy pidiendo por Tu fuerza y guianza. Que se haga tu voluntad, Señor. Amén.