Tu trabajo no es un castigo por la Caída

Cuando pensamos en cómo será el cielo, muy pocas personas contemplan que en el cielo nuevo y la tierra nueva aún estaremos trabajando, pues a veces se piensa que trabajar es una maldición de la cual nos despojaremos al entrar a la presencia eterna de Dios.

Detrás del pensamiento de que no trabajaremos en el futuro celestial está la idea errada de que el trabajo no era el plan inicial de Dios para nosotros. Pero cuando examinamos estos asuntos a la luz de la Palabra, vemos que no es así.

Dios es un trabajador que cultivó un huerto perfecto para los seres humanos y reposó el séptimo día, Dios diseñó al hombre para trabajar cuando nos hizo a su imagen, y Él dio trabajo a la humanidad antes de que el pecado entrase al mundo.

Hay muchas implicaciones de esto, pero quiero que mires tres de ellas:

1. El trabajo es un regalo. Es un don de Dios para proveer para nuestras necesidades, servir a los que están a nuestro alrededor, y reflejarlo a Él.

2. El trabajo tiene doble importancia para el que está en Cristo. Los creyentes trabajamos no solo como humanos hechos a imagen de Dios, sino también como el resultado de ser creados de nuevo en Él y por Él. Esto no solo incluye los trabajos físicos que hacemos, sino también todas nuestras obras (Colosenses 3:17).

3. El trabajo no nos hace justos ante Dios. Aunque fuimos diseñados para trabajar, el trabajo no puede arreglar nuestros problemas. Sabemos que, aunque el trabajo no es una maldición, la maldición que sí tenemos sobre nosotros no se arregla con el trabajo. ¡Necesitamos a Jesús!

Deja que esto transforme tu visión del trabajo y te lleve a trabajar confiando en Cristo como tu Señor y Salvador. Lo que Cristo obró en nuestro lugar supera toda obra que pudiéramos haber hecho. Nuestra obra fructífera y valiosa depende de su obra fructífera y valiosa.

Por Justin Burkholder, para Coalición por el Evangelio.