[Serie Nuestra historia–Un repaso bíblico para católicos] Los libros sapienciales y proféticosMuestra

Eclesiastés 

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad»o quizá te gusta más esta versión: «¡Pura ilusión! ¡Todo es ilusión! ¿Qué ganancia saca el ser humano de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?» No sé cuál de ellas te es más familiar, o si alguna vez has leído o escuchado a alguien recitar estos versos. ¡Qué profundidad! Es claro el tema del libro llamado Eclesiastés, la vanidad de la vida terrenal. 

Si pensamos en la riqueza, la fama y la paz de la cual gozó su autor, Salomón, podría parecernos imposible que el tema del libro fuera este. De hecho, no todos concuerdan con que este libro haya sido escrito por el sabio Salomón. Sin embargo, la palabra vanidad se menciona unas 37 veces. 

¿Quién podría pensar que un hombre al que no le faltaba nada escribiera dicho libro? Estas no son nada más ni nada menos que las palabras de un hombre al que no le faltó nada, pero que, en su vejez, se dio cuenta que de nada sirven las riquezas y la fama. Puedes tener todo, pero en realidad, de nada sirve de frente a la eternidad.

Otro pensamiento clave del libro tiene que ver con la eternidad que Dios ha puesto en el corazón de los hombres (3:11). No hay nada en la tierra que pueda satisfacer ese deseo que llevamos dentro. Es la pieza faltante del rompecabezas que citamos en nuestro primer devocional de la serie. Jesús es la pieza que mantiene unido todo el rompecabezas de la Biblia. Es la pieza fundamental que une todas las historias y es el centro de la historia.

Nada terrenal puede satisfacer ese «hambre» que tenemos adentro. El libro entero presenta ese anhelo indecible de algo que está más allá de nosotros mismos. Es la expresión del clamor humano en demanda y búsqueda de un Salvador. 

Hay un tiempo para todo debajo del cielo. En nuestras vidas pasaremos por diferentes etapas, de alegría, de tristeza, de vida, de muerte. Hay tiempos para llorar y para reír, pero lo más importante que nos puede suceder sobre esta tierra, es ese maravilloso momento de encuentro, en el que tú y yo, nos rendimos frente a nuestro Creador y Salvador Jesucristo.

No hay momento más sublime en nuestras vidas que el momento en el que al igual que Job podemos decir, antes había oído hablar sobre ti mi Dios, pero ahora, te veo. Ahora sé que estás aquí en mi corazón, que has perdonado mis pecados y que vives en mi corazón.

Es a partir de este encuentro sublime con nuestro amado Padre celestial a través de Jesucristo, que el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros, para guiarnos a la verdad de la Palabra de Dios. Y como hijos de Dios, tenemos la seguridad que un día dejaremos este mundo lleno de vanidades para entrar en la gloria eterna del cielo junto a nuestro Padre celestial.