Encontrando su camino de regreso a DiosMuestra

"A pesar de todo, Dios me ama profundamente"



En la excitación de la nueva vida que ahora tiene con el Padre, el siguiente despertar puede sentirse más como un retroceso que como un avance. Dios le está ofreciendo algo que usted quiere y necesita: una bienvenida a casa. Sin embargo, algo dentro de usted puede querer resistirse. Ser bienvenido por Su Padre Celestial y recibido como parte de la familia —sin preguntas— puede parecer totalmente irreal para alguien que ha deambulado tan lejos y por tanto tiempo.



A esta etapa de su viaje la llamamos el despertar al amor. En este punto, empezamos a decir: "No merezco esto". Nuestra aceptación por parte de Dios es demasiado increíble. Pero lo que Dios dice y hace es tan enteramente opuesto a lo que creemos que merecemos que somos llevados a la más maravillosa comprensión: "A pesar de todo, Dios me ama profundamente".



Usted puede ver ahora por qué decimos que una indecisión acompaña nuestro regreso a casa. Tenemos un conjunto de creencias acerca de nosotros mismos, y Dios tiene otro. Miramos nuestro pasado lleno de fracaso y remordimiento, y él mira a quienes somos con amor y compasión.



Por esta razón, este despertar es un enorme logro. Nos estamos dando cuenta, tal vez por primera vez, que ninguno de nosotros merece una segunda oportunidad, ninguno de nosotros merece ser perdonado y, sobretodo, no merece ser amado incondicionalmente. ¡Pero lo somos! ¡Usted lo es! No lo merece, pero Dios se lo da de todas maneras.



Si usted es como la mayoría de nosotros, conoce muy bien la tonada del remordimiento. El remordimiento susurra: "Realmente no importas" y "No eres amado". La vergüenza grita: "¡No más oportunidades para ti!" La vergüenza trae la auto-condenación, y cuando encontramos la gracia por primera vez, nos vemos repitiendo: "No merezco esto".



No permita que sus errores del pasado y sus fracasos lo definan. Esa es la voz de la vergüenza. Usted no es lo que hizo o dejó de hacer. Usted no es lo que le han hecho. Usted es lo que Dios dice que es: Su hijo.



¿Siente que está ocurriendo una lucha dentro de usted? Si es así, ¿Cómo la describiría?