El Camino.Muestra

 El destino.

Cuando caminamos debemos tener claro cuál es la meta a la cual deseamos llegar; si no tenemos esa claridad puede darse el caso que nos perdamos en el camino y terminemos en algún lugar peligroso. Por eso es que debemos tener claro que nuestra meta en el camino de la vida es llegar a la Patria Celestial a gozarnos con el Señor por la eternidad.

Tengamos plena seguridad de que hay mucho lugar en el cielo para que todos podamos entrar, solo depende de nuestro estilo de vida y si hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador el poder hacerlo (Romanos 10:13; 1 Timoteo 2:5). Si deseamos llegar a este lugar debemos tener claro que Jesucristo se fue antes de nosotros para preparar el lugar y así recibirnos; él pasó todo el proceso: nació, fue obediente en su vida hasta la muerte, se dio en pago, fue resucitado y hoy está a la diestra del Padre. 

Ese mismo proceso debemos llevarlo nosotros: nacemos de nuevo cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador; debemos doblegar la carne, pagar el precio al ser obedientes en todo momento y situación, reconocer nuestra incapacidad y la necesidad de Cristo para ser salvos; si lo hacemos así seremos resucitados y transformados en nuevas criaturas para morar en la eternidad con Jesucristo. Meditemos si verdaderamente estamos llevando una vida agradable delante de los ojos de Dios o si todavía somos rebeldes; pidamos al Padre que nos ayude para llegar a ese maravilloso lugar que tiene preparado para nosotros; oremos:

Amado Padre, gracias porque a través de Jesucristo nos has dado libertad del pecado y de la muerte; gracias porque por medio de Él recibimos el don maravilloso de la salvación; en el nombre de Jesucristo te queremos pedir que nos ayudes a que cada día hagamos morir la carne para que el Espíritu crezca y nos lleves por la senda que nos has trazado; gracias porque sabemos que llegará el momento maravilloso de estar contigo y verte cara a cara, amén.