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Huir, Luchar, o PerdonarMuestra

Huir, Luchar, o Perdonar

DÍA 2 DE 3

"Dios había enviado a Jesús, y Jesús lo sabía; también sabía que regresaría para estar con Dios, pues Dios era su Padre y le había dado todo el poder. Por eso, mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y comenzó a enjuagar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla" (Jn.13: 3-5).

La acción de Jesús al lavar los pies de sus discípulos no solo fue un acto de humildad extrema, sino también una poderosa expresión palpable del amor, gracia y capacidad de perdonar la ofensa de sus discípulos por adelantado.

Verás, al asumir Jesús el papel de un siervo y realizar una tarea que no era realizada por cualquier siervo, sino que era reservada para el siervo de menor rango, aquel destinado en la servidumbre, para arrodillarse con la toalla y la vasija para limpiar la mugre de los pies de los invitados. Jesús no solo estaba enseñando a sus discípulos y, de paso, a nosotros, la importancia de perdonar, de no ser rencorosos, sino también revelando el alcance divino de su amor y misericordia.

Porque en las siguientes diez horas la historia para Pedro, Tomás, Judas y los demás discípulos cambiaría radicalmente: muchos abandonarían a Jesús, otros lo negarían, y uno de ellos lo traicionaría. A pesar de conocer estas futuras fallas, Jesús eligió amarlos y perdonarlos de antemano. Un acto que refleja la magnitud de la gracia y el perdón divino, que no está condicionado por nuestros pecados, pasados, presentes o futuros.

La lección espiritual que se desprende de una reflexión como esta es la invitación a ser misericordiosos, no solo con nosotros mismos, sino también a practicar la anticipación del perdón en nuestras relaciones interpersonales. Porque Jesús nos enseña a extender la gracia antes de que seamos heridos, traicionados o defraudados. Al hacerlo, no solo seguimos su ejemplo, sino que también liberamos nuestro corazón del peso de la amargura y el resentimiento.

Porque, francamente, es incongruente, inconsistente, no es normal, ni bíblico, ni mucho menos espiritual, ver personas que se hacen llamar cristianas siendo rencorosas, resentidas o traicioneras.

La humildad, la gracia anticipada y el perdón incondicional son elementos fundamentales en la enseñanza de Jesús.

¡Medita en esto!

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Huir, Luchar, o Perdonar

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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://conectar.conociendoadios.net/

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