Dios en nuestras oracionesMuestra

Jeremías humildemente, preso en el patio de la cárcel, pronuncia estas palabras impresionantes, “Tus planes son…”, el profeta no conoce los planes de Dios, pero reconoce que son impresionantes, qué es un Dios que siempre está atento a todo ser humano.

En medio de la desesperanza, saber esto nos llena de vigor. Cuando la maldad crece, la violencia domina, a nuestro alrededor, tenemos añoranza de los tiempos pasados. Cuando todo era bueno, saber que Dios sí sabe lo que está pasando y a cada uno le dará lo que merece, incluyéndome a mí, llena nuestros corazones de temor de Dios, y ahí entonces se combina nuestros actos con nuestras oraciones. Porque sabemos que Dios tiene control de todo lo que pasa, nos lleva a obedecer a Dios con los ojos cerrados, confiados en que todo lo que hace es perfecto. Ya no pedimos solo para gastar en nosotros, “Él sabe que necesito”, no tengo que pelearme ni con Dios ni con mi prójimo.

Más adelante en esa misma oración, el profeta, evoca palabras del libro de Deuteronomio, “Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios”, y luego dice una de las promesas más hermosas de la Biblia y que va unida a la muerte y resurrección de Jesús, “YO LE DARÉ UN SOLO CORAZÓN Y UN SOLO CAMINO, para que me teman perpetuamente para bien de ellos y de sus hijos… y nunca dejaré de hacerles bien. Pondré mi temor en su corazón para que no se aparten de mí y en verdad me regocijaré de hacerles bien. Con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré en esta tierra” Jeremías 32.38-41. Si sabemos esto, nuestras oraciones cambiarán, sabremos pedir como conviene.