[Serie El Señor te mantiene a salvo] Camina con Dios cada díaMuestra

Dios será tu guía cada día

¿Puedes decir hoy, junto con el Salmista: «Señor, ¿eres mi todo?» ¡Cuán profunda expresión! Cuando Dios es tu todo, involucra no solo decirlo, que se oye algo espectacular, pero tiene un sentido espiritual más allá de lo que podemos pensar de manera superficial. Cuando Dios es tu todo, tu vida lo expresa, tus labios lo afirman y tus actos lo demuestran. Cuando Dios es tu todo cambia tu manera de hablar, porque ahora entiendes que no se trata de ti, sino de Dios en ti. Tú ya no eres el centro de tu vida, aunque lo diga la filosofía humanista de este mundo, que se ha infiltrado en los sistemas educativos donde «el niño es el centro del currículo». Se ha infiltrado en la psicología diciendo que lo único que importa en esta vida es que seas feliz a cualquier costo y que, si algo te hace feliz, entonces es válido.

Cuando Dios realmente es tu todo, entiendes que Él da sentido a tu vida, es la verdadera razón de vivir, porque no puedes vivir un día sin Dios en tu vida. Entiendes que solo Él da propósito a tu vida, porque estás en esta tierra no solamente para cubrir tus cuentas mensuales y criar a tus hijos de la mejor manera posible. Dios te creó con un propósito eterno y el Salmista lo entendió. Por eso en su vida lo reconoció como su todo.

Cuando Dios es tu todo, entiendes que Dios es tu felicidad. Que la felicidad que encuentras en el mundo es pasajera y cambia según las circunstancias, porque depende de las circunstancias. Pero en Dios, la felicidad que viene de él es permanente porque Su gozo sobrepasa todo entendimiento. Va más allá de las circunstancias, y está por encima de los problemas. La verdadera felicidad está fundamentada en la seguridad del carácter de Dios y no en la inseguridad de tu alma.

Cuando Dios es tu todo, te deleitas en comunicarte con Él, porque encuentras riqueza en esa comunicación. Encuentras verdades hermosas al leer la Biblia. Cada vez conoces más, entiendes más y se quitan velos que no te permitían ver lo hermoso que es Dios. Cuando Dios es tu todo, permites que te guíe cada día de tu vida.

Oremos

Padre Celestial, perdón porque no había entendido que Tú debes ser mi todo. Pensé que se trataba de mí, pero ahora entiendo que se trata de Ti en mí. Hoy declaro que Tú eres mi todo y que mi vida lo va a mostrar, mis palabras lo van a declarar y mis acciones lo van a ratificar. En el nombre de Jesús, amén.