Hombres a prueba de tormentas IIMuestra

En la medida que

• Actúo con mi corazón, mente, ojos y acciones

La última afirmación en la descripción de la pureza define la amplitud de la aplicación de los seis principios anteriores: experimento la pureza en la medida en que tomo decisiones piadosas. En otras palabras, la pureza involucra todo mi ser. Implica lo que deseo, pienso, dónde miro, lo que hago y todo lo demás. ¿Suena como un estándar muy alto? ¡Absolutamente! Pero recuerda, el carácter de Dios define el estándar para nuestro carácter: «Serás santo, porque soy Santo». No solo el estándar parece muy alto, sino que también imposible de alcanzar. Ahí es donde la frase aparentemente extraña «en la medida en que», entra en juego.

La pureza sexual no es más que una dimensión de nuestra vida espiritual, y las transgresiones sexuales son más una forma de pecado. En su primera epístola, Juan hace algunas declaraciones aparentemente contradictorias sobre el pecado en general que se ajustan a nuestro tema: «... Te escribo estas cosas para que no peques...  si alguien peca, tenemos un abogado con el Padre, Jesucristo el justo». Juan no quiere que sus lectores pequen, y nunca da permiso para hacerlo, pero también reconoce que pecarán.

Esa es parte de la tensión de la vida en esta tierra como creyente. Puede que nunca alcancemos el objetivo de nunca pecar, pero de todos modos sirve como el objetivo correcto. En la medida que crecemos como creyentes y «andamos por el Espíritu» más consistentemente, pecaremos menos y tomaremos el pecado más en serio. Establezca sus metas altas, pero no se sorprenda si falla. La pureza se experimenta «en la medida en que...» Cuanto mejor apliquemos los principios en la descripción, más se acercará nuestra pureza experiencial a los ideales de la Escritura; cuanto peor apliquemos los principios, mayor será nuestra experiencia del ideal.

Tenga en cuenta que experimentar la pureza sexual no es gratis. Jesús lo llamó «contar el costo». Si queremos hacer algún cambio en nuestra vida, debemos trabajar para eso, porque creemos que el resultado vale el costo requerido para lograr el cambio. Hace varios años, quería correr una carrera de 10 km. Tenía tres objetivos, dos serios y el tercero irónico. Primero, quería correr los 10 km completos (6.2 millas) sin detenerme. En segundo lugar, quería ejecutarlo en menos de una hora. Este no fue un ritmo récord en ningún momento de la imaginación, pero para mí fue un desafío correr tan rápido. Tercero, no quería morir en el proceso de correr; yo quería vivir para contar sobre la carrera.