Te daré lo mejor de mi adoraciónMuestra

Te amo tanto mi Señor

Eres tú mi aire, mi respiración

Eres el motivo de mi canción

Te amo tanto mi Señor, mi Cristo. Tu amor en mí, expresión de vida. Todo tiene sentido en ti. No por una expresión emocional temporal, sino por un amor eterno, inmutable, dador de vida, generador de transformación. 

Habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza. Conocer cada día más la esperanza a la que fuimos llamados, nos permite relacionarnos con nuestro Padre celestial de la manera correcta. Porque entendemos su llamado, entendemos que nos salvó con un propósito. El fin de nuestra vida no es la salvación, es el inicio. Porque Dios nos salvó «para»; por eso nos equipó con todo lo necesario. Si la salvación solamente estuviera relacionada con no ir al infierno, entonces, en ese momento hubiéramos muerto. Pero la redención en Cristo, tiene muchas más cosas consigo.

La inmensurable grandeza de su poder, ahora está en nosotros, los que creemos. Me pregunto, ¿para qué? ¿Para qué nos dio tanto poder? Porque nos dejó un poder tan grande, que no puede medirse. El gozo que nos embarga, debe direccionarse al cumplimiento del propósito que nos dio el Padre. Su gran poder ahora en nosotros, está, no para usarlo en sentido egoísta, para beneficio personal, sino para cumplir todo aquello que está dentro del propósito divino.

Porque la vida no se trata solamente de comida y bebida. No es solo sobre la casa donde vivo y el carro en el que me transporto. El objetivo no está en la escuela donde estudian nuestros hijos, ni en el barrio donde vivimos, ni el lugar donde trabajamos. ¡No! Eso se ha convertido en un distractor del propósito y del conocimiento de Cristo. Cuando entendemos para qué estamos en la tierra, entonces todo lo demás se alinea para el cumplimiento del propósito. 

Entonces, Dios es el gozo de mi vida, de mi familia, de mi profesión, de mi ministerio, de mi economía, de mis sueños. Su gozo entonces, tiene sentido, pues no sufro por tener una mejor casa, sino que cumplo el propósito en la casa que tengo. No es conformismo, es gobernar desde los lugares celestiales. Donde no dejamos que lo material nos influencie, sino que sacamos el mejor provecho de lo material para la gloria de Dios, no para nuestro beneficio personal. Fue lo que hizo Pablo desde la cárcel, aunque no era físicamente libre, siguió extendiendo el reino de Dios, cumplió su llamado y el propósito eterno fue cumplido en él. Pablo supo experimentar el verdadero gozo de Dios.