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Seguridad eternaMuestra

Seguridad eterna

DÍA 3 DE 7

El soporte básico


Algunos se refieren a la doctrina de la seguridad eterna como «la perseverancia de los santos». Quizás una expresión mejor sería «la preservación de los santos». El primero enfatiza el esfuerzo del hombre, mientras que el último se centra en los esfuerzos de Dios. En el análisis final, la seguridad eterna del creyente descansa en el poder de Dios para preservar a los santos, no en el poder de los santos para perseverar. 


Es como aquel padre que guiaba a su hijo pequeño a través de una esquina transitada, llevándolo de la mano. Casi habían cruzado la calle cuando el niño resbaló y cayó. Pero antes de que pudiera tocar el suelo, el poderoso brazo derecho de su padre lo empujó hacia la acera con fuerza. Satisfecho, el niño miró a su padre y exclamó: «Me agarré, ¿verdad, papá?». Su padre sonrió y respondió con ternura: «Sí, lo hiciste, hijo; pero me aferré a ti primero.» Es Dios aferrándose a nosotros, no nuestra sujeción a Él, que yace en el corazón de la seguridad eterna. A la luz del hecho, de que la seguridad eterna descansa en la persona y la obra de Dios, la mejor evidencia para esta doctrina proviene de la contribución que cada miembro de la Deidad hace hacia la preservación de los santos. Por lo tanto, veamos dos contribuciones hechas por la Deidad que se suman a la seguridad eterna.


En primer lugar, su omnipotencia. Numerosos versículos dan testimonio de la capacidad de Dios para preservar a sus hijos, y la incapacidad de cualquier persona o cosa para vencer su poder. Dios ha prometido vida eterna a todos los que creen. Él es capaz de realizar lo que Él ha prometido. Decir que uno puede perder su salvación es decir que Dios no puede evitar que la pierda. ¿Quién es más poderoso, Dios o nosotros? La negación de la seguridad eterna, es un golpe a la omnipotencia de Dios.


En segundo lugar, su amor incondicional. El carácter incondicional del amor de Dios, lo eleva varios niveles por encima del amor del hombre. Dios demostró su amor hacia nosotros cuando aún éramos pecadores, al enviar a su Hijo a morir por nosotros. No merecíamos su amor debido a nuestros pecados. Dios nos ama mucho más ahora que somos sus hijos que cuando éramos sus enemigos. Si nuestros pecados no cerraron el fluir de su amor antes de la salvación, ciertamente no lo harán después de la salvación. El gran poder del Padre y su gran amor sustentan la doctrina de la seguridad eterna. 

Día 2Día 4

Acerca de este Plan

Seguridad eterna

Este devocional de siete días, te ayudará a entender por qué tu salvación en Cristo es segura y abraza el tipo de vida que Dios desea que vivas.

Nos gustaría agradecer a Grace School of Theology de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información sobre estas organizaciones, visite: http://www.gsot.edu y http://www.elcentronetwork.com

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