ProbadaMuestra

El modelo de Dios a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento es liberar a su pueblo, pero siempre fue con un solo propósito. 

Somos perdonados y liberados para que podamos adorar y disfrutar a nuestro Dios para siempre. Esto es para lo que fuimos diseñados. Nos ponemos expectativas sobre lo que podríamos, haríamos y deberíamos hacer por Dios si realmente actuamos juntos. Pero nuestras expectativas no son necesariamente las suyas. Jesús vivió con una misión: hacer la voluntad de su Padre. Nos llamó a hacer lo mismo. Comienza amando a Dios y luego amando a los demás.

A veces complicamos a Dios y todo lo que Él quiere de nosotros o para nosotros. Pero Él sólo nos quiere a nosotros.

La palabra santo significa ser apartado para Dios, ser, por así decirlo, exclusivamente suyo. Es fácil sentirse agobiado por la importancia y urgencia de la misión de Dios. Hasta cierto punto, eso no es del todo malo. Sin embargo, la misión de Dios es muy simple: amar a Dios con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Te podrías preguntar: ¿Pero qué pasa con la Gran Comisión? ¿No es nuestra misión hacer discípulos? Sostengo que si verdaderamente amamos a Dios y verdaderamente amamos a nuestro prójimo, entonces desearemos desesperadamente que lo conozcan. Por tanto, haremos discípulos.

Existimos con un único propósito: amar a Dios con todo nuestro ser y a su vez mostrar su gran amor a todos los que Él pone en nuestro camino.

Pero con demasiada frecuencia nos doblegamos ante la presión de tener que mostrar el amor de Dios incluso antes de haberlo experimentado. Nos adentramos en el trabajo antes de la relación. Comenzamos con “hacer” para Él en lugar de comenzar con “estar” con Él. En Juan 21, cuando los discípulos llegaron a la orilla, Jesús no les dio inmediatamente órdenes de marchar. Les preparó el desayuno. Ellos comieron. Habló. Quizás se rió y contó historias. Los planes que tenía para ellos vendrían después. Después de la comida, llamaba a Pedro para que apacentara a sus ovejas. Días después les comisionaría a todos ellos hacer discípulos (Mateo 28:19-20). Pero primero desayunaron.

¿Estás “haciendo” algo para Dios? ¿O estás haciendo vida con Dios? Nunca quiso que lo hiciéramos solos.