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La esperanza de la resurrección

Cuando algunas personas lastimaron a Jesús, él no tomó represalias ni trató de vengarse. Por el contrario, él amó y perdonó. Incluso cuando los soldados lo humillaron y lo mataron, Jesús fue compasivo con ellos: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). ¿Puedes imaginarte amar y orar por tus adversarios incluso cuando te lastiman y te matan?

¿Cómo es posible que Jesús sea tan débil cuando se supone que es poderoso? Aún más, ¿cómo puede pedirnos que seamos vulnerables como él? ¿No seremos humillados o incluso condenados a muerte, como él?

Jesús creía que la muerte era parte de su historia humana, no el final de su vida humana. Él confiaba en que Dios iba a preservar y restaurar su vida, incluso en medio del sufrimiento y la muerte. Tres días después de su entierro, Jesús fue restaurado a una nueva vida. ¡La resurrección!

Jesús promete que, como sus hermanos y hermanas, a su tiempo experimentaremos su misma resurrección. Por brutal y oscura que sea, la muerte no derrota la bondad ni la luz de la vida que Dios crea.

Así que dejamos de temerle a la muerte. Dejamos de acaparar recursos y comenzamos a compartir generosamente. Cuidamos y oramos por nuestros adversarios en lugar de intentar vengarnos. Confiamos en el poder del amor paciente de Dios y aprendemos a vivir en paz los unos con los otros.

Nuestra esperanza no está enfocada en cómo podemos evitar la muerte. En cambio, aceptamos la muerte que todos nosotros, incluido Jesús, tenemos que experimentar. Y lo hacemos con la esperanza viva en Cristo Jesús resucitado y vivo, nuestro amigo.