No te conformes con lo seguroMuestra

No más excusas

La mayoría de las personas que luchan por superar sus miedos se han encontrado con una decepción tan grande que cada sueño que pueden concebir está contaminado con la ansiedad tóxica del fracaso. Cuando tu mente se llena de posibilidades de “qué pasaría si”, no hay lugar para la fe. Vivir la vida preparado para el peor resultado posible es como vivir en una jaula, no es libertad. Con el tiempo, reconocerás la diferencia entre proteger tu corazón y restringirlo. Aprenderás a dejar de hablar de las cosas buenas que Dios ha prometido a todos los que viven de acuerdo con Su propósito.

Tú, mi amigo sobreviviente, no te conformarás con una vida dictada por inseguridades o experiencias previas. Tienes acceso al poder que puede trabajar dentro de ti para liberarte de cualquier atadura mental y emocional que te haya convencido de que una vida mejor no está a tu alcance. No podemos aprovechar ese poder y al mismo tiempo aferrarnos a las excusas. Tu corazón, tu mente y tus manos deben estar libres para aferrarte a todo lo que tienes por delante.

Desprenderse de las excusas es una disciplina que debe practicarse con nuestros pensamientos, comunicación y acciones. Solo hay lugar para el lenguaje que declara: ¡Lo haré! El crecimiento ocurre cuando confrontamos nuestras experiencias personales y ver cómo nos han cambiado. Puedes crear un nuevo patrón y avanzar con determinación como nunca antes, pero debes saber qué te detuvo en el pasado. Si el reto de sanar y hacerse íntegro ha sido emitido por personas distintas a ti, entonces tu viaje siempre requerirá permiso antes de progresar.

No permitas que tu destino sea determinado por una democracia. Es posible que tu círculo inmediato no sepa cómo guiarte a través de tu angustia o, lo que es peor, es posible que necesiten la compañía de tu miseria para distraerlos de su necesidad de sanidad. Evita la tentación de hacer que tu curación dependa de la aprobación y validación de otras personas.

El puente entre lo que una vez fuiste y lo que Dios te ha ordenado que seas se genera a partir de ladrillos de vulnerabilidad, humildad tan fuerte como el cemento y un plan maestro tan perfecto que incluso las cosas que alguna vez te hirieron servirán para mejorarte. Tu voluntad de dejar de lado las excusas y prometer seguir adelante acaba de colocar el primer ladrillo, pero aún queda trabajo por hacer.