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El Dios Sin PrisaMuestra

El Dios Sin Prisa

DÍA 3 DE 7




El Dios que no descansa

Una de las facetas de Dios que más me ha impactado descubrir a lo largo de mi caminar cristiano es el hecho de que Él no descansa, y que nos cuida e interviene en nuestras vidas mientras nosotros dormimos. Cuando no podemos hacer nada a favor nuestro, porque necesitamos parar, descansar y desconectar, tenemos un Dios que no se fatiga ni cesa en Su movimiento a favor nuestro. Que le dejemos hacer todo lo que Él puede y quiere hacer, por supuesto, es harina de otro costal.

Ahí está precisamente la paradoja: cuando estamos afanosos, solemos inclinarnos hacia donde nuestros sentidos nos invitan a centrarnos y mirar. Atendemos las señales que nos parecen obvias, pero olvidamos con facilidad que no lo vemos ni sabemos todo. Nuestro Dios, por el contrario, sabio y por encima de todas las cosas, tiene una perspectiva y panorámica inigualable de lo que necesitamos, incluso antes de tener nosotros esa petición en el pensamiento, o de ponerla siquiera en nuestros labios (Mateo 6:8).

Las personas tenemos una inclinación extraordinaria hacia la preocupación, y la consideramos como una especie de “acelerante” para resolver problemas. El planteamiento bíblico, sin embargo, es bien distinto: ante aquello que queramos que se resuelva, la clave no está en añadir afán al día de hoy, sino en meditar en nuestro corazón desde nuestra cama, y callar ante Dios (Salmo 4: 4), sabiendo que el Señor oye cuando clamamos a Él (v.3). Al estar en angustia, Él nos hace ensanchar (v.1), pero lo hace cuando estima conveniente, porque Él lo sabe todo, y solo desde esa confianza podemos dormir en paz.

Dios es incansable en Su obrar fuera de la vista de nuestros ojos. Tal y como sucede al labrador en la parábola del crecimiento de la semilla (Marcos 4:26-29), y extrapolando su enseñanza a estas cuestiones del día a día en las que Jesús se basaba para enseñar, cuando nosotros hacemos lo que debemos –sembrar, confiar, y descansar–, Dios actúa sobre aquello de formas maravillosas e inexplicables: “Sin que él sepa cómo”.

¿No revoluciona esto tu mente? En aquellos momentos en que tú paras, el mundo no se detiene, por supuesto, pero Dios tampoco. Vienen a mi mente las palabras del Salmo 37, que comienza con un “No te impacientes”, para continuar poco después diciendo “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él, y Él hará”. ¿Lo crees?

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Acerca de este Plan

El Dios Sin Prisa

Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos y eso, en un mundo de velocidad y estrés, no es fácil de entender ni de aceptar. En este plan consideraremos cómo, normalmente, "la mejor parte" está alejada de la urgencia. De...

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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.lidiamartin.com/

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