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Día 2: No eres el problema

Hace unos días, al hablar con una joven que está atravesando muchos problemas, luego de contarme su situación, cerró la conversación diciendo justamente esto: «Es que yo soy un problema». Inmediatamente la miré y le dije que eso no era así. «¡No eres un problema, eres una bendición para todos los que te rodean! Estás teniendo problemas, lo cual es algo completamente distinto a ser un problema». Si asumimos que de alguna forma somos un conflicto, esto no tiene solución y, además, acarreamos todo el peso emocional de nuestra culpa. Distinguir que en la vida transitamos etapas difíciles nos ayuda a ver una salida posible, a encontrar en algún momento la solución. Dios estará contigo y te ayudará a superar ese inmenso dolor que estás sintiendo. Nadie dijo que será fácil pero si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros será? 

Nada te apartará de su amor, no importa cuán grandes sean tus problemas, el nombre de Jesús es aún más grande. Toma la decisión en estos días de declarar que nada te apartará de Su camino, que nada podrá alejarte de Su amor. Si bien es algo que no llegamos a entender, cómo es que el amor de Dios es tan grande, no dejes de recordarte a vos misma y recordarle a tus problemas que tu Dios es aún más grande y tiene el control de tu vida.

Ni por un instante te dejes convencer de que eres el problema, no te dejes convencer de que es tu culpa y no te dejes convencer de que mereces ese maltrato. No eres nada de eso, eres una mujer valiosa, digna de todo lo bueno que Dios tiene para tu vida. No tires la toalla ahora, aférrate a Dios y busca ayuda.