Poniendo una 'X' en la ansiedadMuestra

Déjalo ir y respira

Cuando te detienes y lo piensas, es sorprendente que no estemos todos apilados en la esquina dado lo que está sucediendo en el mundo que nos rodea. Agrega a eso los desafíos que enfrentamos en nuestro mundo personal y tendrás una receta para la preocupación, el miedo y, en los casos más extremos, un colapso nervioso completo. Es fácil olvidar que no estamos a cargo del universo y luego corremos el riesgo de colapsar bajo el peso de los asuntos del mundo.

Dondequiera que vayas en busca de ayuda por la ansiedad, encontrarás algunos temas comunes. Uno de ellos es renunciar al control, doblar la rodilla y admitir ante Dios que estamos tratando de manejar la vida por nuestra cuenta.

Admitir esto no implica que reduzcamos nuestras responsabilidades, o que dejemos de orar con fe, creyendo que Dios puede cambiar las naciones y la historia. Más bien, admitir que no tenemos el control nos permite recordar quién fue el que nos sacó de la muerte a la vida en Cristo, y nos hace realinearnos con la realidad de que Él realmente tiene el control de este mundo.

Hagámoslo ahora. Transfiere el control a Él. Ora y haz lo que esté en tus manos. Pero déjale el resto a Él, sabiendo que será cuando llegue tu descanso.

Otro tema es respirar profundamente. Es posible que escuches el estímulo para detenerte y respirar profundamente cuando sientas una sensación de pánico. Eso se debe a que el mecanismo de "lucha o huida" que evita que se dañe se activa cuando sientes que estás bajo una amenaza (real o imaginaria). Una vez que esto sucede, tu respiración se vuelve superficial o, sin saberlo, dejas de respirar por completo.

Volver a encender la respiración tiene un efecto calmante. El Instituto Americano de Estrés (sí, tenemos uno de esos) se hace eco de esta opinión: “La respiración profunda aumenta el suministro de oxígeno al cerebro y estimula el sistema nervioso parasimpático, lo que promueve un estado de calma. Las técnicas de respiración lo ayudan a sentirse conectado con su cuerpo; alejan su conciencia de las preocupaciones en su cabeza y la aquietan ".

Es Dios quien nos dio nuestro primer aliento y es Dios quien da cada aliento (Hechos 17:25). Entonces, es Dios quien puede dar un respiro calmante a aquellos que se están desmoronando bajo el peso de la preocupación. Si va a liberarse de la ansiedad, debe aprender a realizar respiraciones físicas profundas y espirituales más profundas.

Exhala: No puedo.

Inhala Pero Jesús sí puede

Cuando respiramos profundamente, recordamos el otro lado de la historia del evangelio. Cristo vive para ser y hacer en y por nosotros lo que no podemos hacer con nuestras propias fuerzas.

Al cerrar nuestro viaje de estos siete días juntos, me encantaría tener el honor de orar por ti.

Padre, gracias por cada persona que termina este devocional. Gracias por darles la fuerza para llegar al final, especialmente a aquellos que tenían miedo de darse por vencidos y no llegar tan lejos. Oro para que continúes abriendo los ojos con tu Espíritu para que cada uno de nosotros pueda ver a Jesús más claramente. Y te pido que le des a cada persona la fe que necesita para dar el siguiente paso en Tu poder. Has roto todas las cadenas que nos unen. Danos la gracia de vestirnos a la luz de tu verdad y amor. Jesús, te confesamos que eres el Señor de todo. Sea alabado en nosotros mientras nos aferramos a Ti y caminamos libres de ansiedad. Amén.