Epístolas de Pablo en prisión: Pablo y los filipensesMuestra

La importancia de la perseverancia: Filipenses 1:27-2:18

En Filipenses 1:27-29, Pablo reconoce las luchas y privaciones de los filipenses y los alienta con estas palabras:

…sabré que seguís firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio y sin temor alguno a vuestros adversarios… Porque a vosotros se os ha concedido, no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él (Filipenses 1:27-29).

Los sufrimientos de los filipenses eran angustiantes y dolorosos pero no estaban fuera del control de Dios. Al contrario, Dios mismo planeó el sufrimiento de ellos como un medio para bendecirlos. Por lo tanto, era vital que fueran perseverantes en esos momentos difíciles, tanto al mantener su fe como al vivir en santidad.

La obra de sufrimiento de Jesús no terminará hasta su regreso. Mientras tanto, completa su sufrimiento designado a través de la Iglesia. Como los creyentes estamos unidos a Cristo, cuando sufrimos, Jesús sufre. Y desde la perspectiva de Pablo, esto no era sólo un medio de completar los sufrimientos señalados por Cristo, sino también una insignia de honor.

Tal como hemos leído en Filipenses 1:27-29, Dios no solamente "permitió" que los filipenses sufrieran, les "concedió" el sufrir. Pablo desarrolló esta idea en Filipenses 2:5-9, con estas palabras:

Vuestra actitud debe ser como la de Cristo Jesús… se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre (Filipenses 2:5-9).

Jesús soportó voluntariamente el sufrimiento y el maltrato para beneficiar a la iglesia, y la recompensa por su sacrificio era inmensurable. De la misma manera, los creyentes deben soportar humildemente el sufrimiento y el maltrato con el fin de beneficiar a la iglesia. Cuando lo hagamos, nuestra recompensa también será grande. Esta era la razón por la que Pablo pudo escribir estas palabras en Filipenses 2:17-18:

Y, aunque mi vida fuera derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de vuestra fe, me alegro y comparto con todos vosotros mi alegría. Así también, alegraos y compartid vuestra alegría conmigo. (Filipenses 2:17-18).

Pablo no solamente deseaba que los filipenses soportaran ese sufrimiento sino que se regocijaran en medio de él por la bendición que produce. Es más, él quería que se regocijaran en las bendiciones que resultarían de sus propios sufrimientos, así como él se regocijaba de las bendiciones que resultaban de los de ellos.

Pablo animó a los creyentes a enfocarse en las recompensas del sufrimiento para tener la fortaleza y el coraje para perseverar en la fe y en la vida piadosa, aún en medio de grandes amenazas. Después de todo, si ellos no lo soportaban, no obtendrían las bendiciones que el sufrimiento podía otorgarles.