Come, corre y recuerdaMuestra

¿Listos?

Los estadounidenses jamás olvidarán el 11 de septiembre de 2001. La mayoría podemos decir dónde estábamos cuando vimos o escuchamos las noticias de que cuatro aviones habían sido secuestrados simultáneamente por terroristas. El Vuelo 93 de United Airlines fue uno de ellos.

Ese día, muchos pasajeros llamaron desde el avión a sus seres queridos. Pero el joven Todd Beamer no pudo comunicarse con su esposa. La operadora le habló de los tres aviones que se habían estrellado en el World Trade Center y en el Pentágono. Todd y un puñado de pasajeros decidieron que el Vuelo 93 no llegaría a su objetivo de destrucción y tomaron el asunto en sus propias manos. Las últimas palabras que la operadora escuchó fueron las de Todd: «¿Listos? ¡Vamos!».

El Vuelo 93 se estrelló en un campo cerca de Shanksville, Pensilvania, a 125 millas (201.2 km) de Washington, D.C. Todd y todas las personas a bordo murieron. Gracias a su valentía, Todd y los héroes que se unieron a él evitaron muchas muertes más. Y «¡vamos!», se convirtió en el grito de batalla en la nueva guerra contra el terrorismo.

Conocer la voluntad de Dios requiere un proceso. Pero como demostraron los héroes del vuelo 93, finalmente requiere acción de nuestra parte. Llegará el momento en el que debamos avanzar con base en lo que hemos aprendido.

Nuestra exploración de la voluntad de Dios con Moisés nos ha llevado de una zarza ardiente a una serie de milagros poderosos en favor de Israel. El poder de Dios siempre acompaña a la voluntad de Dios. Esos poderosos milagros culminaron con una última terrible plaga. Mientras tanto, Israel no sufrió daño alguno gracias a una señal especial y una cena memorial que se celebra todavía hoy.

El golpe final de Dios contra Faraón y Egipto fue enviar al ángel de la muerte a cada hogar egipcio, quitando la vida a cada primogénito, tanto de hombres como de animales. Pero una señal especial —la sangre de un cordero colocada sobre el dintel y los postes de la puerta de cada casa— libró a los primogénitos israelitas de la muerte. Esta provisión especial fue precursora de la sangre de Jesús en la cruz que quitaría de nosotros el castigo de la muerte.

Antes de enviar al ángel de la muerte, Dios instruyó a los israelitas para que prepararan y comieran una cena simbólica. Debían comerla «apresuradamente»: listos para avanzar.

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