Duelo con esperanza después de un aborto espontáneo por Adriel BookerMuestra

Día dos

El carácter salvaje del dolor

Escritura: Salmo 69:1-4

Recuerdo los días en que quería arrastrarme hasta una cueva para acurrucarme en la oscuridad y no despertar jamás. En realidad no era que yo quería morir, sino que no sabía cómo vivir con el peso de mi tristeza y mis expectativas colapsadas.

De la nada, la pena me golpeaba como una ola de calor, presionando mi pecho, queriéndome quitar las capas de mi piel para así poder encontrar consuelo. Pero, aún sintiendo una soledad extrema, recuerdo haber sentido la dulzura de la presencia de Dios en algunos de esos momentos de sombras. Algo me decía que Su silencio no era abandono, sino compañía. 

Eso no quiere decir que siempre sentí Su presencia o que no ansiaba algo más tangible, una palabra o un toque. (Un cartel con luces brillantes de neón con un fondo de dos arcoíris hubiera sido lindo). Pero, incluso cuando sentía que iba a tientas en la oscuridad, de algún modo supe que a mi lado había un Dios familiarizado con mi dolor. 

Puede que tu experiencia no haya sido para nada como esta. Tal vez, te estás preguntando si alguna vez tu alma volverá a descansar luego de este interminable dolor o si tu fe se recomponerá. Tal vez, Dios parece estar ausente o callado. O tal vez esas palabras, “no hay latidos”, acaban de ser pronunciadas en tu dirección y estás buscando un salvavidas. Tal vez te preguntes si volverás a sentirte cerca de Dios o si merece la pena mantener tu fe mientras esperas. Tal vez sólo quieras saber que no estás sola. 

Me gustaría decirte que vas a "sentir" a Jesús cerca cuando más Lo necesites, pero no puedo. ¿Quién soy yo para pensar que te pasará lo mismo que a mí? No lo haré. Y, esto amiga, es la verdad del dolor: es salvaje. El dolor no sigue un plan. No tiene en cuenta ningún diagrama de flujo. No marca casillas, no se guarda en tu aplicación favorita y definitivamente no se queda en el calendario. 

El dolor es salvaje como el mar, pero no tiene por qué destruirnos. No podemos conquistarlo, pero podemos navegar por él y también podemos encontrar a Jesús ahí. 

¿De qué forma el dolor ha sido salvaje, en lugar de domesticado, en tu vida recientemente?