Isaías 52:1-2
Isaías 52:1-2 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, pues los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión!
Isaías 52:1-2 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Dios dijo: «¡Despierta, Jerusalén, despierta! ¡Levántate y sé fuerte! Jerusalén, ciudad santa, vístete de gala, que los enemigos extranjeros ya no volverán a atacarte. »¡Jerusalén, levántate! ¡Sacúdete el polvo! ¡Quítate del cuello las cadenas, y siéntate en el trono!
Isaías 52:1-2 Reina Valera Contemporánea (RVC)
¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder, Jerusalén! ¡Ponte tu mejor ropa, ciudad santa! ¡Nunca más vendrá a ti gente impura e incircuncisa! ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén, y levántate para reinar! ¡Quítate del cuello esas ataduras, cautiva hija de Sión!
Isaías 52:1-2 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Despierta, Sión, despierta, ármate de fuerza; Jerusalén, ciudad santa, vístete tu ropa más elegante, porque los paganos, gente impura, no volverán a entrar en ti. Levántate, Jerusalén, sacúdete el polvo, siéntate en el trono. Sión, joven prisionera, quítate ya el yugo del cuello.
Isaías 52:1-2 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
Isaías 52:1-2 La Biblia de las Américas (LBLA)
Despierta, despierta, vístete de tu poder, oh Sión; vístete de tus ropajes hermosos, oh Jerusalén, ciudad santa. Porque el incircunciso y el inmundo no volverán a entrar en ti. Sal del polvo, levántate, cautiva Jerusalén; líbrate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión.
Isaías 52:1-2 Nueva Traducción Viviente (NTV)
¡Despierta, oh Sion, despierta! Vístete de fuerza. Ponte tus ropas hermosas, oh ciudad santa de Jerusalén, porque ya no volverá a entrar por tus puertas la gente impura que no teme a Dios. Levántate del polvo, oh Jerusalén, y siéntate en un lugar de honor. Quítate del cuello las cadenas de la esclavitud, oh hija cautiva de Sion.