Salomón tenía una viña en Baal Jamón y ordenó a unos hombres que la cuidaran. Cada hombre traía fruto que valía 1000 monedas de plata. Salomón, puedes quedarte con tus 1000 monedas de plata; reparte 200 a los que trajeron uvas, pero yo me quedo con mi campo de uvas. Ahí estás, sentada en el jardín, tus amigos te escuchan. Déjame oír tu voz decir: Apresúrate, amor mío, como una gacela, como un ciervo joven por entre las fragantes montañas.
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