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1 Samuel 3:1-4, 5-10

1 Samuel 3:1-4 TLA

En aquellos tiempos, Dios se comunicaba muy pocas veces con la gente y no le daba a nadie mensajes ni visiones. Por su parte, el niño Samuel servía a Dios bajo la dirección de Elí, que ya casi estaba ciego. Una noche, poco antes de que se apagara la lámpara del santuario, Dios llamó a Samuel por su nombre. Elí y Samuel estaban ya acostados, cada uno en su habitación. Samuel dormía en el santuario, que es donde estaba el cofre del pacto de Dios. —¡Samuel, Samuel! —dijo Dios.

1 Samuel 3:5-10 TLA

Samuel fue corriendo al cuarto de Elí y le dijo: —Aquí estoy. ¿En qué puedo servirle? Elí le respondió: —Yo no te llamé. Anda, vuelve a acostarte. Samuel fue y se acostó, pero Dios volvió a llamarlo: «¡Samuel, Samuel!» Él se levantó y fue de nuevo a donde estaba Elí. —Aquí estoy —le dijo. ¿En qué puedo servirle? Elí le respondió: —Yo no te llamé, hijo mío. Anda, vuelve a acostarte. Samuel estaba confundido porque aún no conocía la voz de Dios. Esta era la primera vez que Dios le hablaba. Por tercera vez Dios lo llamó: «¡Samuel, Samuel!» Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: —Aquí estoy. ¿En qué puedo servirle? En ese momento Elí comprendió que era Dios quien llamaba al niño, así que le dijo: —Anda a acostarte. Si oyes otra vez que te llaman, contesta así: “Dime, Dios mío, ¿en qué puedo servirte?” Samuel volvió a acostarse, y poco después, Dios mismo se le acercó y lo llamó como antes

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