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JUAN 4:42-54

JUAN 4:42-54 BLP

Así que decían a la mujer: —Ya no creemos en él por lo que tú nos has dicho, sino porque nosotros mismos hemos escuchado sus palabras, y estamos convencidos de que él es verdaderamente el salvador del mundo. Pasados dos días, Jesús partió de Samaría camino de Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús había hecho en aquella ocasión. Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un oficial de la corte que tenía el hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando se enteró de que Jesús había llegado a Galilea procedente de Judea, acudió a él y le suplicó que bajara a su casa para curar a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús lo regañó: —Solo creéis si veis milagros y prodigios. Pero el oficial insistía: —Señor, ven pronto, antes que muera mi niño. Jesús le dijo: —Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien. Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue. Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su niño estaba curado. Él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron: —Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre. El padre comprobó que esa fue precisamente la hora en que Jesús le dijo: «Tu hijo está bien», y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo milagro lo hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

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