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S. Juan 1:29-51

S. Juan 1:29-51 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Al día siguiente, Juan vio que Jesús se acercaba. Entonces le dijo a toda la gente: «¡Aquí viene el Cordero de Dios que quita el pecado de la gente del mundo! Por medio de él, Dios les perdonará a ustedes todos sus pecados. Yo me refería a él cuando dije: “Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existe desde antes de que yo naciera.” Yo no sabía quién era, pero Dios me mandó a bautizar con agua para que todos puedan conocerlo. »Yo vi cuando el Espíritu de Dios bajaba del cielo en forma de paloma y se colocaba sobre él. No sabía yo quién era él, pero Dios me dijo: “Conocerás al que bautiza con el Espíritu Santo cuando veas que mi Espíritu baja y se coloca sobre él.” Ahora lo he visto, y les aseguro que él es el Hijo de Dios.» Al día siguiente, Juan estaba en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Cuando vio que Jesús pasaba por allí, les dijo: «¡Miren, aquí viene el Cordero de Dios!» Al oír eso, los dos discípulos lo siguieron. Jesús se dio vuelta y, al ver que lo seguían, les preguntó qué querían. Ellos le preguntaron: —¿Dónde vives, Maestro? —Síganme y lo verán —contestó Jesús. Ellos fueron y vieron dónde vivía Jesús; y como eran casi las cuatro de la tarde, se quedaron con él por el resto del día. Uno de ellos era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Cuando lo encontró, le dijo: «¡Hemos encontrado al Mesías, es decir, al Cristo!» Entonces Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús. Cuando Jesús vio a Simón, le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan, pero ahora te vas a llamar Cefas, es decir, Pedro». Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Allí encontró a Felipe, que era de Betsaida, el pueblo donde vivían Andrés y Pedro. Jesús le dijo a Felipe: «Sígueme». Luego Felipe fue a buscar a Natanael, y le dijo: —Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Biblia, y del que también hablan los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José. Natanael preguntó: —¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? —Ven y lo verás —contestó Felipe. Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: —Aquí viene un verdadero israelita, un hombre realmente sincero. Natanael le preguntó: —¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: —Me fijé en ti cuando estabas bajo la higuera, antes que Felipe te llamara. Entonces Natanael respondió: —Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel! Jesús le dijo: —¿Crees esto solo porque dije que te vi debajo de la higuera? Pues todavía verás cosas más sorprendentes que estas. Y luego les dijo a todos: «Les aseguro que ustedes verán el cielo abierto, y verán también a los ángeles de Dios subir y bajar sobre mí, que soy el Hijo del hombre.»

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S. Juan 1:29-51 Reina Valera Contemporánea (RVC)

El siguiente día Juan vio que Jesús venía hacia él, y dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Él es de quien yo dije: “Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.” Yo no lo conocía; pero vine bautizando con agua para esto: para que él fuera manifestado a Israel.» Juan también dio testimonio y dijo: «Vi al Espíritu descender del cielo como paloma, y permanecer sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende, y que permanece sobre él, es el que bautiza con el Espíritu Santo.” Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.» Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Al ver a Jesús, que andaba por allí, dijo: «Este es el Cordero de Dios.» Los dos discípulos lo oyeron hablar, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dijo: «¿Qué buscan?» Ellos le dijeron: «Rabí (que traducido significa “Maestro”), ¿dónde vives?» Les dijo: «Vengan y vean.» Ellos fueron, y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este halló primero a Simón, su hermano, y le dijo: «Hemos hallado al Mesías (que traducido significa “el Cristo”).» Entonces lo llevó a Jesús, quien al verlo dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro ).» Al día siguiente, Jesús quiso ir a Galilea, y halló a Felipe y le dijo: «Sígueme.» Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Y Felipe halló a Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.» Natanael le dijo: «¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?» Y le dijo Felipe: «Ven a ver.» Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, dijo de él: «Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay engaño.» Natanael le dijo: «¿Y de dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Te vi antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.» Natanael le dijo: «Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios!; ¡tú eres el Rey de Israel!» Jesús le respondió: «¿Crees solo porque te dije que te vi debajo de la higuera? ¡Pues cosas mayores que estas verás!» También le dijo: «De cierto, de cierto les digo, que de aquí en adelante verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.»

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S. Juan 1:29-51 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”. Yo ni siquiera lo conocía, pero para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua». Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios». Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: —¡Aquí tienen al Cordero de Dios! Cuando los dos discípulos lo oyeron decir esto, siguieron a Jesús. Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les preguntó: —¿Qué buscan? —Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa “Maestro”.) —Vengan a ver —contestó Jesús. Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba. Ese mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, había seguido a Jesús. Andrés encontró primero a su hermano Simón y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías —es decir, el Cristo. Luego lo llevó a Jesús, quien lo miró y dijo: —Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas —es decir, Pedro. Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y lo llamó: «Sígueme». Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la Ley y de quien escribieron los profetas. —¡De Nazaret! —respondió Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno? —Ven a ver —contestó Felipe. Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita en quien no hay falsedad. —¿De dónde me conoces? —preguntó Natanael. Jesús respondió: —Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto. —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael. Jesús le dijo: —¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aún cosas más grandes que estas! Y añadió con firmeza: —Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

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S. Juan 1:29-51 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Al día siguiente, Juan vio a Jesús, que se acercaba a él, y dijo: «¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! A él me refería yo cuando dije: “Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existía antes que yo.” Yo mismo no sabía quién era; pero he venido bautizando con agua precisamente para que el pueblo de Israel lo conozca.» Juan también declaró: «He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma, y reposar sobre él. Yo todavía no sabía quién era; pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo.” Yo ya lo he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.» Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús, Juan dijo: —¡Miren, ese es el Cordero de Dios! Los dos seguidores de Juan lo oyeron decir esto, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que lo seguían les preguntó: —¿Qué están buscando? Ellos dijeron: —Maestro, ¿dónde vives? Jesús les contestó: —Vengan a verlo. Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo). Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo: —Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa: Pedro). Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Encontró a Felipe, y le dijo: —Sígueme. Este Felipe era del pueblo de Betsaida, de donde eran también Andrés y Pedro. Felipe fue a buscar a Natanael, y le dijo: —Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. Dijo Natanael: —¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: —Ven y compruébalo. Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo: —Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Natanael le preguntó: —¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: —Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera. Natanael le dijo: —Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel! Jesús le contestó: —¿Me crees solamente porque te he dicho que te vi debajo de la higuera? Pues vas a ver cosas más grandes que estas. También dijo Jesús: —Les aseguro que ustedes verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

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S. Juan 1:29-51 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro). El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

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S. Juan 1:29-51 La Biblia de las Américas (LBLA)

Al día siguiente vio* a Jesús que venía hacia él, y dijo*: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: «Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo». Y yo no le conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua. Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: «Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo». Y yo le he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. Al día siguiente Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos, y vio a Jesús que pasaba, y dijo*: He ahí el Cordero de Dios. Y los dos discípulos le oyeron hablar, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y viendo que le seguían, les dijo*: ¿Qué buscáis? Y ellos le dijeron: Rabí (que traducido quiere decir, Maestro), ¿dónde te hospedas? Él les dijo*: Venid y veréis. Entonces fueron y vieron dónde se hospedaba; y se quedaron con Él aquel día, porque era como la hora décima. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro. El encontró* primero a su hermano Simón, y le dijo*: Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir, Cristo). Entonces lo trajo a Jesús. Jesús mirándolo, dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; tú serás llamado Cefas (que quiere decir: Pedro). Al día siguiente Jesús se propuso salir para Galilea, y encontró* a Felipe, y le dijo*: Sígueme. Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encontró* a Natanael y le dijo*: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y también los profetas, a Jesús de Nazaret, el hijo de José. Y Natanael le dijo: ¿Puede algo bueno salir de Nazaret? Felipe le dijo*: Ven, y ve. Jesús vio venir a Natanael y dijo* de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. Natanael le dijo*: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo*: En verdad, en verdad os digo que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.

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S. Juan 1:29-51 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Al día siguiente, Juan vio que Jesús se le acercaba y dijo: «¡Miren! ¡El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! A él me refería cuando yo decía: “Después de mí, vendrá un hombre que es superior a mí porque existe desde mucho antes que yo”. No lo reconocí como el Mesías, aunque estuve bautizando con agua para que él fuera revelado a Israel». Entonces Juan dio testimonio: «Vi al Espíritu Santo descender del cielo como una paloma y reposar sobre él. Yo no sabía que era el Mesías, pero cuando Dios me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel, sobre quien veas que el Espíritu desciende y reposa, es el que bautizará con el Espíritu Santo”. Vi que eso sucedió con Jesús, por eso doy testimonio de que él es el Elegido de Dios». Al día siguiente, Juan estaba otra vez allí con dos de sus discípulos. Al pasar Jesús, Juan lo miró y declaró: «¡Miren! ¡Ahí está el Cordero de Dios!». Cuando los dos discípulos de Juan lo oyeron, siguieron a Jesús. Jesús miró a su alrededor y vio que ellos lo seguían. —¿Qué quieren? —les preguntó. Ellos contestaron: —Rabí (que significa “Maestro”), ¿dónde te hospedas? —Vengan y vean —les dijo. Eran como las cuatro de la tarde cuando lo acompañaron al lugar donde se hospedaba, y se quedaron el resto del día con él. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de estos hombres que, al oír lo que Juan dijo, siguieron a Jesús. Andrés fue a buscar a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías» (que significa «Cristo»). Luego Andrés llevó a Simón, para que conociera a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tu nombre es Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que significa «Pedro»). Al día siguiente, Jesús decidió ir a Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: «Ven, sígueme». Felipe era de Betsaida, el pueblo natal de Andrés y Pedro. Felipe fue a buscar a Natanael y le dijo: —¡Hemos encontrado a aquel de quien Moisés y los profetas escribieron! Se llama Jesús, el hijo de José, de Nazaret. —¡Nazaret! —exclamó Natanael—. ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret? —Ven y compruébalo tú mismo —le respondió Felipe. Mientras ellos se acercaban, Jesús dijo: —Aquí viene un verdadero hijo de Israel, un hombre totalmente íntegro. —¿Cómo es que me conoces? —le preguntó Natanael. —Pude verte debajo de la higuera antes de que Felipe te encontrara —contestó Jesús. Entonces Natanael exclamó: —Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel! Jesús le preguntó: —¿Crees eso solo porque te dije que te había visto debajo de la higuera? Verás cosas más grandes que esta. Y agregó: «Les digo la verdad, todos ustedes verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre, quien es la escalera entre el cielo y la tierra».

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S. Juan 1:29-51

S. Juan 1:29-51 RVR1960

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